Aún no se conoce quien haya pagado más por una moneda. Hay que remontarse a 2002, en las salas de subastas de Sotheby’s, en Nueva York, para recordar que allí se celebró la venta de un solo objeto: una moneda doble águila de 20 dólares de 1933. Un 30 de julio, hace casi 9 años, el comprador pagó por esa única moneda nada menos que US$ 7.590.000.
Doble águila de oro de 20 dólares de 1933
La historia de intrigas detrás de esta moneda, la ilegalidad en la que se mantuvo durante más de 70 años y su belleza singular la convirtieron en una de las monedas de oro más buscadas de la historia de la numismática. Se trata de un ejemplar único porque ningún otro doble águila de 1933 ha sido monetizado por el gobierno de los Estados Unidos.
Con la fiebre del oro desatada en California tras el famoso descubrimiento de Sutter’s Mill en 1948, en febrero de 1849 el Congreso autorizó que se acuñaran las primeras monedas de 20 dólares en oro. Fueron creadas por el talentoso James Barton Longacre. La “doble águila” debe su nombre a que a la tradicional moneda de 10 dólares se la llamaba “águila”.
El presidente Theodore Roosvelt era un gran admirador de las antiguas monedas griegas y quería incorporar una de similar belleza al sistema monetario estadounidense. En 1905 le pidió al escultor norteamericano Augustus Saint-Gaudens que rediseñara las monedas de 10 y 20 dólares con un criterio más artístico. El escultor lo hizo, pero no pudieron ser acuñadas como monedas por su alto relieve. Después de modificar el relieve, finalmente se logró el diseño definitivo, adaptado del original por Charles Barber.
Tras haber sido declarada ilegal la circulación de monedas de oro por la Ley de Reserva de Oro de 1934, no existe otro ejemplar que pueda ser propiedad de un individuo y que esté reconocido por el gobierno.
Se conocen otros dos ejemplares legalizados que están en el Smithsonian Institute y son parte de la Colección Nacional de Numismática. Estas dos monedas de 20 dólares de oro fueron retiradas del resto de las 455.500 águilas acuñadas en la primavera de 1933 pero que nunca fueron puestas en circulación por las restricciones que impuso, casualmente, el entonces presidente Franklin D. Roosvelt.
La inestabilidad financiera tras la Primera Guerra Mundial hizo que muchos ciudadanos acumularan oro como refugio seguro. Esta tendencia comenzó a afectar a las reservas de oro de los Estados Unidos. El problema se vio agravado en la década de 1930 por la crisis bancaria que llevó al cierre de todos los bancos. La legislación que puso fin a la circulación y a la posesión privada de oro otorgó una excepción para « las monedas de oro que tiene un reconocido valor para los coleccionistas de monedas raras e inusuales ». A finales de 1934, las monedas de 20 dólares fueron fundidas. Solo quedaron estas dos monedas y un pequeño número de ejemplares.
Fuente: http://www.lingoro.info