¿Cómo se originó el papel moneda?

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Los Inicios: China, por supuesto

En el siglo VII de nuestra era, surgió en China el antecesor del papel moneda. Dinero volante lo llamaron para ese entonces, por ser tan liviano que podía llevárselo el viento. La idea era facilitar las transacciones comerciales, sin necesidad de desplazar grandes cantidades de monedas a través de largas distancias, por el costo y riesgo que esto implicaba. Los comerciantes depositaban en la caja pública de una provincia una cantidad de dinero en metálico y obtenían un certificado que avalaba dicho caudal, ese documento podía usarse luego en la caja pública de otra provincia para reclamar los haberes del comerciante o también cederlo a un tercero a cambio de mercancías, con la confianza de que el portador del “dinero volante” podría reclamar el capital, contante y sonante, cuando así lo deseara.

A partir de este primer ensayo, en China siguió emitiéndose dinero en papel. Se hacía por razones prácticas, como la de no transportar oro por los caminos. Pero también obligados por periodos de escasez de metales preciosos (oro, plata y cobre), lo que llevaba a las autoridades a poner en circulación y forzar la aceptación de los billetes entre la población.

Claro está que al haber sido los chinos los inventores de:

• La tinta en el siglo V A.C.
• Del papel, siglo II A.C.
• Y de la xilografía (arte de grabado con planchas de madera sobre telas, cuero y papel. Precursora de la imprenta) en el siglo V de nuestra era.

Facilitó la emisión de los primeros billetes en el país asiático. Estos primeros billetes eran de tamaño mayor a los actuales, pues no se pensaba en ellos como moneda de curso corriente sino como documentos, por lo cual no eran llevados en los bolsillos si no enrollados en cilindros para su mejor conservación.

De los primeros ejemplares de billetes chinos no se conserva prácticamente ninguno, los museos y coleccionistas pueden presumir de poseer los emitidos desde el siglo XIV en adelante. Un ejemplo de papel moneda chino de esa época tiene impreso leyendas tales como: “Billete en circulación del imperio Ming” y no presenta el valor del mismo en números sino mediante dibujos, por ejemplo el billete de un Kwuan de la Dinastía Ming (entre 1368 y 1644) se reconocía por una ilustración de su equivalente metálico: 10 grupos de piezas de cobre unidas por alambre. También se advertía por escrito que el papel en circulación tenía como respaldo las monedas de cobre y se amenazaba con la muerte al falsificador, además de ofrecer recompensas al delator de quien osara emitir copias ilegítimas del papel moneda del Imperio.

Un testigo europeo de este prodigio, el de usar papel como medio de pago en las transacciones cotidianas, fue el viajero veneciano Marco Polo, el cual refirió con asombro a sus contemporáneos occidentales como el Gran Khan (Dinastía Yuan, desde 1279 a 1368, fundada por invasores mongoles) poseía el secreto de la alquimia, pues era capaz de trocar pedazos de papel impresos por joyas, oro, plata y cobre de sus súbditos, los cuales con ellos a su vez podían comprar en el mercado todo lo necesario para la vida. Y nos comenta Marco Polo en su “Libro de las maravillas”, que el Gran Khan:

“Hace fabricar tal número de ellos, que puede comprar fácilmente todos los tesoros de la tierra. Y una vez estampillados, los hace repartir por todas las provincias, reinos y señoríos y paga con ellos todas sus cuentas. Nadie puede desechar esta moneda, so pena de muerte”.

Johan Palmstruch y el Banco de Estocolmo

Cuando Marco Polo a su regreso a Europa desde el país asiático, en el año 1295, describió el uso de papel como medio de cambio, la reacción general fue de incredulidad. Deberíamos esperar aun casi 300 años para que occidente comenzara a usarse el papel moneda.

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En el Viejo Continente los primeros billetes se originaron en el año 1661, como recibos emitidos por el cambista sueco Johan Palmstruch, en los que hacía constar que el portador poseía en el Banco de Estocolmo, del cual era fundador el mismo Palmstruch, un determinado caudal en oro u otro metal precioso, lo que permitía cambiar ese billete creado por el banco por mercancías, con la confianza de parte del vendedor de ir posteriormente a la sede de la entidad bancaria con el recibo y obtener su equivalente en oro, si así lo deseaba.

Mientras Palmstruch gestionó con prudencia su banco y no emitió recibos por encima de las reservas que poseían sus clientes todo marchó bien, pero la tentación era demasiada y el rey y los funcionarios más poderosos comenzaron a pedir préstamos en forma de billetes avalados por el Banco de Estocolmo. Cuando Palmstruch trató de recuperar las deudas de la corte, para responder a sus clientes por sus depósitos, no lo logró. Finalmente el banco fue cerrado en 1666, pasando el creador del billete en Europa los últimos cuatro años de su vida en la cárcel.

Los primeros bancos centrales

La experiencia del Banco de Estocolmo fue imitada por otros bancos, joyeros, cambistas y comerciantes, en varios países europeos. Se concedían recibos en relación a los haberes que poseyera el portador y estos recibos eran utilizados a su vez como moneda gracias a la confianza que merecía el emisor como garante del cambio del papel por metales preciosos cuando se requiriera.

A partir del Siglo XVIII las monarquías del viejo continente comenzaron a conceder monopolios de emisión de papel moneda a ciertos bancos privados. En 1770 el Banco de Inglaterra recibió del rey Guillermo III el privilegio de ser el único banco del país con la potestad de imprimir billetes, constituyéndose en el primer banco central de la historia. En principio se atribuía a alguna institución bancaria privada la autoridad exclusiva de generar dinero, posteriormente se reservó esa función tan importante a instituciones públicas, las cuales fueron asumiendo progresivamente otras responsabilidades, tales como:

• Emitir monedas y billetes.
• Ser guardianes de las reservas internacionales.
• Ser agentes financieros del Estado en cuanto al manejo de sus cuentas y deudas.
• Velar por la estabilidad del signo monetario.
• Ser prestamistas de última instancia en caso de presentarse crisis en el sistema financiero.
• Dirigir la política monetaria.
• Regular al resto de los bancos y demás instituciones financieras.

Siendo entonces el origen de los bancos centrales, como hoy los conocemos, una consecuencia de la emisión de papel moneda por los bancos privados, y del deseo de los gobiernos de controlar dicha emisión.

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