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El sistema bancario en la sombra o paralelo es el conjunto de entidades, cuyas operaciones financieras se dan fuera del alcance de los organismos de regulación oficiales, tanto nacionales como supranacionales. El centro de estas actividades es la intermediación del crédito (obtener dinero de los ahorristas o inversionistas y prestarlo a los demandantes de capital), sin embargo la definición podría incluir cualquier actividad considerada bancaria pero llevada a cabo por un ente no regulado por las instituciones de control y supervisión del sistema financiero.
Ahora bien, antes de continuar es bueno dejar muy en claro que en modo alguno son operaciones forjadas en secreto, o ilícitas, o marginales por su dimensión o importancia en la economía. De ninguna manera, la mayoría de ellas son transacciones por montos considerables, hechas a la luz pública y en ningún caso contrarias a las leyes.
El calificativo “en la sombra” se refiere únicamente al hecho de estar fuera de las regulaciones de la banca tradicional, lo que permite a los participantes en dicho mercado poner las reglas del mismo así como las características de los productos que en él se negocian. Generándose una mayor flexibilidad y diversificación de la oferta de productos bancarios, a costa de un aumento en la complejidad de las transacciones lo que a la larga dificulta la regulación de los mismos aumentando el riesgo.
Frente a esta realidad, las opiniones están divididas. Hay un sector que ve el shadow banking como una alternativa para diversificar las fuentes de financiamiento a emprendimientos, iniciativas y oportunidades de negocio que por sus características no pueden ser receptoras de recursos por la vía de la banca tradicional al no cumplir alguna de las exigencias para la aprobación de un crédito; y por otra parte está el sector que defiende una estrecha vigilancia ante los potenciales riesgos que podría suponer para el sistema financiero una actividad no regulada.
Algunas de las formas más habituales de shadow banking son:
Los préstamos personales, obtenidos a través de casas de empeño, financieras o prestamistas informales.
La financiación a través de crowdfunding, es un sistema parecido al creado cuando se solicita aportes o ayudas, no prestamos, a varios conocidos para financiar un proyecto, normalmente relacionado a las artes o a la sociedad, en este modelo se excluyen los proyectos comerciales. Puede tratarse de pedir colaboración para el pago de reparaciones en una escuela, o para la compra de implementos deportivos para el equipo de futbol del barrio.
El préstamo entre particulares y empresas (del inglés peer-to-business lending o p2b Lending), también conocido como crowdlending, consiste en la financiación, mediante préstamos o créditos, a pequeñas y medianas empresas por una red con un elevado número de prestamistas particulares que invierten su capital privado o ahorros a cambio de un tipo de interés.
E incluye también operaciones más sofisticadas como productos titulizados o acuerdos de recompra o ‘repos’.
Entre los actores del sistema bancario paralelo se encuentran:
Los hedge funds, es un tipo de fondo de inversión que se caracteriza porque dispone de un alto grado de libertad, requiere importes mínimos de inversión muy elevados y están sometidos a reducida regulación, por lo que utiliza técnicas de inversión financiera no permitidas para los fondos tradicionales.
Los fondos de pensiones.
Los fondos de mercados de capitales, son compañías de inversión que reúnen las inversiones de varias personas y crean una cartera o grupo de valores manejado profesionalmente con un objetivo de inversión establecido, también son conocidos como fondos mutuales.
Los Business Angel, es un inversor particular que utiliza su propio capital para respaldar empresas incipientes con el fin de obtener un beneficio económico.
El Fondo Monetario Internacional apunta como causas del crecimiento de este tipo de banca a “la aparición de regulaciones más estrictas y la situación de abundante liquidez” en la economía global. A lo anterior podríamos agregar el dinamismo de los emprendimientos de negocios así como a iniciativas de ONG´s dedicadas a causas filantrópicas, ambientalistas o de otra índole a nivel mundial, que encuentran en el shadow banking y en las nuevas tecnologías de comunicación e información una combinación perfecta para ofertar y demandar a nivel global el capital necesario para hacer realidad sus proyectos.
El Consejo de Estabilidad Financiera (Financial Stability Board), que reúne autoridades nacionales responsables de la estabilidad financiera como bancos centrales, autoridades supervisoras, instituciones financieras internacionales, agrupaciones de reguladores y el Banco Central Europeo, confirmó hace unos meses que el volumen de actividad de la banca en la sombra abarca ya un cuarto del sistema financiero global.
Hacia 2007, el tamaño de la banca en la sombra en EEUU excedía de 10 billones de dólares y para finales de 2011 se había incrementado hasta los 24 billones. En 2014 la banca en la sombra en Estados Unidos suponía 71 billones de dólares (casi el triple con respecto al 2.011) y sus activos representaban el 24% de todos los activos financieros. Aunque es innegable la preeminencia en las economías avanzadas, también se observa en las economías emergentes, para el mismo 2014 se evidenciaba un fuerte crecimiento del shadow banking en países como China, Argentina, India o Sudáfrica.
Ewald Nowotny, miembro del consejo directivo del Banco Central Europeo, aseguró que “existe el peligro de que una excesiva regulación en el sector bancario pueda causar que las actividades de negocios de mayor importancia y riesgo decidan llevarse a cabo en áreas menos reguladas, como las instituciones de la banca en la sombra”.
Dada la dimensión del sistema bancario paralelo se teme que una eventualidad ocurrida en el mismo represente un riesgo sistémico (el riesgo creado por interdependencias en el mercado, en que el fallo de una entidad o grupo de entidades puede causar un fallo que puede hundir el sistema o mercado en su totalidad). El temor aumenta cuando se sabe que algunos de los grandes bancos a nivel mundial mantienen nexos y alianzas con entidades en la sombra, a las cuales confían la atención de clientes o proyectos que por una u otra razón ellos eluden o no pueden atender.
Y no es que los organismos encargados de la salud del sistema financiero internacional estén imaginado el peor de los mundos, es que ya se vivió el contagio de la economía mundial de una crisis financiera nacida de las sombras cuando se produjo la crisis hipotecaria del año 2.008. La misma surgió a partir de la posibilidad del sistema bancario paralelo de transformar un crédito hipotecario en otro producto, como un instrumento formado por varios trozos de créditos hipotecarios, conocido como hipotecas subprime, este instrumento fue utilizado para la adquisición de vivienda, y estaba orientado a clientes con escasa solvencia. La elevación progresiva de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal, así como el incremento natural de las cuotas de esta clase de créditos hicieron aumentar la tasa de morosidad. Todo esto aunado a la evidencia de que importantes entidades bancarias y grandes fondos de inversión tenían comprometidos sus activos en hipotecas de alto riesgo provocó una repentina contracción del crédito, generándose una espiral de desconfianza y pánico inversionista, y una repentina caída de las bolsas de valores de todo el mundo.
El futuro parece incierto para el shadow banking a pesar de su crecimiento en los últimos años, debido a la férrea decisión de los organismos financieros internacionales de buscar un equilibrio y lograr el máximo acoplamiento posible de los dos sistemas. Que las paralelas se crucen más temprano que tarde es la consigna, para poder garantizar la estabilidad financiera a largo plazo, de la cual deberíamos beneficiarnos todos. Lo que si no deberían descuidar los fiscalizadores del sistema bancario es que siempre habrá un sistema en la sombra en tanto que el tradicional sea insuficiente para atender las necesidades de una economía que se mueve en base precisamente a las necesidades de capital de los actores económicos. Una verdadera disyuntiva, que dará mucho para hablar en los próximos años.